lunes, 24 de julio de 2017

Reparador de sueños




Las palabras tienen magia, todos lo saben.
El aspirante a escritor llena carillas de historias que se entretejen con la vida misma, sueños que palidecen en la cotidianidad y poemas desgarrados de rima impecable. Reparte pedazos de su alma en papelitos mecanografiados, doblados como libros, en las estaciones de subterráneo. Lo que no sabe ni nunca supo, es que escribiendo desde el alma en cada publicación, sus cuentos de hazañas e ilusiones reparan los sueños rotos de los demás. Recorre Buenos Aires de forma subterránea, día tras día, iluminando corazones que luego emergen por la boca del subte al caos urbano, resplandeciendo entre el gris de la rutina, con una sonrisa.
Inicia el día en el trayecto de la linea A en la estación San Pedrito, en Flores; a lo largo del día puede encontrárselo en distintas formaciones y estaciones, siempre con sus preciados 'libros' en las manos, a veces mecanografiados y algunas pocas veces escritos a mano. A la tardecita si no llueve,  se asoma desde la linea D en Callao y camina unas cuadras  para tomar un café en la librería Ateneo Grand Splendid, para luego retomar el viaje bajo tierra nuevamente hacia Catedral. No muestra sus textos en el camino ni en la librería, sólo en el subterráneo.
A veces, toma sucesos que le ocurren a él mismo y los plasma en papel y tinta, en estos es juez y parte, registra y opina. El que lee sus comentarios de pronto adquiere una concepción más profunda de la vida y de la muerte, y se siente en paz, más libre, más liviano. Tres veces más grande.
Todos lo conocían por Toto, aunque se llamaba Tot. Los que compraban por monedas su alma, eran quienes curaban la propia.

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