miércoles, 26 de diciembre de 2018

Detective





Se escuchaba el ascensor subir luego del timbre, un posible cliente.
Miró la oficina: un archivero viejo de metal verde despintado enmarcaba la habitación por un lado, el escritorio de madera noble pero ya muy desgastado dominaba la escena. Su sillón de oficina giratorio tenía un almohadón de cuero nuevo sobre el tapizado gastado y roto por el uso, lo disimulaba bastante.
No había limpiado la ventana desde hacía semanas y la vieja persiana americana estaba tan levantada como era posible, algo torcida por la diferencia de ángulo de las roldanas, los rayos de sol dibujaban motas de polvo flotando que eran arrojadas sin piedad por un antiguo ventilador de pie. 
No estaba conforme con su lugar de trabajo, siempre decía que era necesario mejorarlo y nunca lo hacía,  ordenar los papeles que se agrupaban en desparejas pilas en el escritorio y sobre el archivero, cuan cordilleras de casos no resueltos. Limpiar los vidrios, barrer la moqueta, sacar la basura que mostraba en el cesto los restos del último pedido de sushi. poner una planta: siempre le habían gustado las orquídeas.
El golpe en la puerta, la invitación a entrar mientras se paraba en sus zapatos de tacón alto para conducir a la cliente a la única silla limpia. Tiene su mismo rouge, rojo intenso.
Se presenta, escueta, tradicional, mientras enciende el cigarrillo con boquilla de plata:
— Angela Pinkerton, detective privada. ¿En que puedo servirle?

lunes, 24 de diciembre de 2018

Y si te toca llorar...





... Es mejor frente al mar, dice Serrat en uno de sus temas.
Y eso siempre fue cierto, desde chico el mar estaba en mis genes como 'calmante' natural, el lugar adonde uno recupera energía. Años, y años y años de vacaciones yendo de vacaciones a San Clemente, a la costa, a Mar del Plata, a ver el mar.
Sentarse en la arena o en la escollera, ver como rompe contra las piedras, el golpe sordo, la explosión de espuma. El olor a sal, el viento eterno, el rocío que te salpica.
Mas tarde iba a ser el caminar solo por la arena de noche, sintiendo la caricia del reflujo de las olas que son ondas, leves movimientos del agua que es un espejo de luna y cielo. Lugar en donde los recuerdos se arremolinan se muestran como los propios granitos de arena.

Y vivimos en una ciudad, lejos del mar. Y el ruido lo invade todo, otra causa de enojo y estrés, con su correlato  de cuello contracturado y de acidez de estómago.
Y el sonido de las rompientes están lejos.

Y en medio del caos, pongo un disco de Serrat, Mediterráneo o cercano a este, o El Amor de Julio Iglesias. Los discos que escuchaban mis viejos día tras día, los que cantaban cuando yo todavía no había nacido, los que escuché desde el principio de mi vida, antes de nacer. 
Y me calmo, y me devuelve al recuerdo inexacto de instantes que son más imaginados que recuerdos vividos. De épocas felices, de estar protegidos, de sonrisas.
Y vuelve la paz —al menos—, un poco.

Gracias Pa, gracias Ma, por un regalo que llevo siempre conmigo.

Feliz Navidad


viernes, 2 de noviembre de 2018

Los 7 libros



Caía la tarde en la taberna de La piedra y el pedernal. Se preveía una noche fresca y el lugar estaba lleno como con cada jornada previa a Solaz: luego de seis días de duro trabajo la gente se juntaba a comer y sobre todo a beber, mientras escuchaban viejas historias. Hoy el gwerh había llegado temprano, y los rollos de papel con pedidos al músico y narrador se amontonaban en el estuche abierto de su instrumento. Unas copas previas que le habían invitado aseguraban que sus manos ágiles iban a encontrar en particular  algunos de los rollos solicitados, y el alcohol aseguraba un corazón ligero que acompañare a su canto o relato.
Sobre la barra recitaba cortas asonancias, medias rimas  y aliteraciones, mientras con una mano mantenía sujeta una pinta de cerveza y la otra se deslizaba sobre las cuerdas del instrumento apoyado en sus rodillas: sol-re-la-mi, mi-la-re-sol, que resonaban quedamente sobre la boca redondeada de su instrumento.
Nadie sabía su nombre real, lo apodaban Raposo, por el chaleco de piel que vestía siempre, brillante y sedoso, tan poco práctico o usual en una persona de los caminos. Todos conocían bien las viejas tradiciones: Un lugar de descanso para el viajero cansado, una copa de vino para el extranjero recién llegado, y nunca preguntar el nombre de quien no se presentaba primero. El nombre verdadero tiene poder sobre la persona, así como las palabras sobre las cosas que nombran y quienes las escuchan. Se decía que antiguos trovadores podían cantar canciones que obligaban a la confianza, al letargo, a la desmesurada alegría o que podían provocar enfermedades. Nadie creía del todo tales historias, pero nadie se inmiscuía tampoco en los asuntos de un gwerh ¿para qué tentar la suerte?

El fuego crepitaba y su luz comenzaba a dominar el ambiente a medida que la noche extendía su abrazo de tinieblas. 
Algo que contar, algo que  cantar a quien encandila con su cálido encanto, con su encantadora calidez. La aliteración no lo convencía tanto como los bellos ojos de la camarera que lo observaba con implícitas promesas, el salón estaba repleto y los platos ya vacíos indicaban el momento mejor que el viejo mecanismo en la pared detrás de la barra, cuya aguja se aproximaba a la luna pintada en su fondo.

(continuará...)



miércoles, 31 de octubre de 2018

Drunk



Arroja la botella ahora vacía que estalla contra la pared en un millón de estrellas verdes diminutas.
Tropieza, tambalea y hunde su cara ebria de vino y de dolor en una miríada de vidrios.
Amanece el domingo en Flores.






lunes, 22 de octubre de 2018

El patio de recreo



El miedo no lo dejaba llorar, esconderse o rendirse.
El miedo lo empujaba a salir, como a otros el valor; tan áspero el temor, tan doloroso.
Los tres lo esperaban afuera, una vez más y como siempre. Gigantes con risas de puño.
Y detrás, ella, que lo miraba con ojos de desilusión y pena.
El miedo en ella lo empujó a medirse con el ogro de la clase, el que siempre les pegaba. Estirar el brazo y alcanzar el mentón que estaba cinco centímetros por encima de su altura para tumbarlo de un sonoro uppercut en el medio del patio, y ganarse la amonestación y los aplausos.

viernes, 19 de octubre de 2018

Fede





05/10
Otro día de mierda en el colegio, mis compañeros son tan infantiles y estúpidos.

Llego a casa y me recibe el perpetuo grito de mamá, una sucesión de reproches que no me interesa escuchar, nada de lo que dice me importa o tiene el menor sentido, vive en el pasado, no entiende nada.

Me encierro en mi habitación y me persigue con sus quejas que quedan del otro lado de la puerta, me pongo los auriculares y la hago desaparecer. En el teléfono tengo tres mensajes sin leer de Fede en face, es el único real. Les cuento un poco. Fede tiene un año más que yo, 16. Nos hablamos desde hace casi un mes en que nos conocimos en un grupo de música de face, a los dos nos gusta la misma banda. Vive igual que yo la frustración de la estupidez anacrónica de los adultos y de los compañeros de su escuela que está cerca de la mía. Se ve que es igual en todas. Con él puedo hablar de todo, de música —¡por supuesto!—, también vemos las mismas series y tenemos los mismos seguidos en instagram, compartimos chistes y chats. Hasta a veces pasa qué como vive cerca conoce los mismos negocios en el centro. Pero aún no nos cruzamos.

Mañana, mañana.

Ahora tarea, la cena insípida con los comentarios nulos de mis padres, el noticiero que no hace más que dar malas noticias que no le interesan a nadie, el programa de baile para pajeros.
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Me voy a dormir.

Mañana.


11/10

Hoy lo voy a conocer, ¡finalmente! Nos vamos a encontrar en la plaza a dos cuadras de mi escuela, media hora después de la salida de clase. No quiero que nadie en el colegio sepa de él. Es un lugar tranquilo, no pasa nadie.
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El diario queda guardado en el cajón de la mesa de luz. Lo encuentra la policía treinta y seis horas más tarde de la desaparición. 




viernes, 12 de octubre de 2018

Distopía


En el el orden perfecto, la colaboración no es una virtud, sino un axioma; el secreto es algo imposible. Entonces ¿cómo fue posible ocultar el hallazgo y el conocimiento que reportaba el mismo? ¿Quién escapó de someterse a Tlön, creando desorden en el propio orden universal?

Era totalmente invisible o acaso, inalcanzable. ¿Cómo fue posible? Utilizaron fuerzas que desconocían, o que nosotros pensamos desconocían. Debió ser magia para El Pueblo, porque la alternativa de que supieran lo que en realidad era la utilización del magnetismo de la tierra de esa forma sólo sería el amanecer de nuestras peores pesadillas. La información se encontró gracias a esas fuerzas innombradas y se transmitió bajo tierra hacia un lugar desconocido. ¿Sabe el propio Tlön cómo lo lograron? Ahora sabemos que está enterrada en alguna parte, puede ser una máquina, un líquido, una vasija con un pergamino oculto dentro de ella, pero el propio hallazgo del conocimiento es el secreto ¿Quién conoce la localización exacta? ¿Quien arañó la piedra con runas que hoy son develadas, que nos muestran el preludio del más profundo misterio? haya sido quien haya sido, ese fue su último mensaje. Una placa de acero, encontrada en la cripta de la excavación arqueológica de la tumba de una civilización que no conocía el acero, mucho menos la comunicación radio magnética, y que informa de otro descubrimiento, acaso mas importante, oculto en un punto sin determinar bajo tierra. Diecisiete kilos de huesos están a su alrededor, alguna vez fueron un cuerpo, el que grabó el acero, el creador de la pesadilla, quizás. Es necesario saber donde re-descubrir el hallazgo, la clave de ese olvidado conocimiento que es una amenaza velada, la X del imaginario mapa que sacude nuestras creencias y nuestro orden establecido. El conocimiento de que no somos quienes creemos ser.



miércoles, 12 de septiembre de 2018

Albedo



Todos temían al terrorismo, pero el fin del mundo lo provocó un asistente de marketing.


Tenía sólo un día, veinticuatro horas para presentar el proyecto distintivo que lo sacara de entre los auxiliares y lo llevara al grupo de proyectos. Una oportunidad después de cuatro años de trabajo en la empresa, mañana podría ser el gran día. Y sólo tenía bollos de papel tirados a su alrededor.

Carlos regresaba a su casa, el viaje de todos los días, el recorrido desde su empresa en la ciudad hasta la autopista camino a su casa suburbana, el continuo frenar y arrancar hasta que llegaba a destrabarse el tráfico y podía relajarse y pensar mientras conducía.
Pero hoy repasaba los hechos del trabajo casi desde el mismo momento de salir, y pese al cambio de ruta  —había tomado camino secundario y agradablemente arbolado para llegar a casa— había muy pocas razones para relajarse.
Debido a que hoy había faltado su jefe, un importante publicista de la empresa en la que trabajaba, Carlos como su principal asistente había llevado a cabo la presentación en su reemplazo. Había estado en desacuerdo con ese proyecto de campaña desde el principio, pero no era su proyecto y su jefe había seguido adelante con esa idea de unos muñecos de goma acompañando el producto con frases humorísticas totalmente carentes de humor. Al faltar justo en el día de la reunión con los directivos Carlos lo había representado de la mejor forma posible pero la idea fue rechazada de plano por el grupo de directivos reunido para la exposición. Sobre el final uno de ellos, sabiendo que el trabajo no era suyo, le había preguntado su opinión. Y fue ese momento de valor o de locura, en que dijo: — Creo que yo podría hacer la campaña mucho mejor.
El cliente lo felicitó por su entusiasmo y seguridad, e inmediatamente le pidió una idea para ese mismo proyecto para el día siguiente. Un gerente de su empresa que manejaba el tema le dejó en claro que esa era su gran oportunidad de éxito o fracaso. Y que en la empresa no había espacio para gente fracasada.  Ahora estaba conduciendo de regreso a su casa, bajo un cielo gris plomo poblado de nubes de lluvia. Y no se le ocurría nada.
Llegó a su casa, puso a preparar un café mientras se cambiaba el traje por algo más cómodo. Puso la cápsula en la cafetera y se preparó un capuchino con mucha espuma, regresó con su café humeante hasta su mesa de trabajo. Prendió una vela aromatizada y buscó concentrarse. Casi dos horas y muchos bocetos descartados más tarde lanzó otro bollo de papel hasta el cesto de basura, errando por poco. Había pasado la última media hora en su computadora viendo pasar rápidamente páginas de publicistas de los que pudiera tomar una idea, una inspiración. Una campaña para una gaseosa que buscaba un nicho en el mercado de las lima limón no era nada fácil, estaba saturado el mercado con grandes productos de marcas conocidas, y de productos baratos que se vendían como marcas propias en cada supermercado importante. La campaña debía ser increíblemente llamativa para direccionar parte de los consumidores a probarla, y luego a aceptarla.
Frescura. Frescura era la palabra clave para el anuncio. La única diferencia sustancial con otras marcas del mercado era que esta lima limón era menos dulce, tenía mayor contenido de lima natural, un toque de eucalipto,  y menos endulzantes artificiales, un sabor agridulce que se relacionaba con la frescura. Agridulce era palabra tabú en esa etapa del marketing, ningún joven probaría algo que llevara esa palabra. Frescura, gotas que resbalan por su piel, una sonrisa. Necesitaba plasmar algo tan común de una forma impactante. Y nada, ni el asomo de una idea.
Fue a darse una ducha, eso siempre lo ayudaba a pensar. Debajo de la lluvia de la ducha veía formarse las nubes grises de lluvia desde la ventanita del baño. Lluvia de ducha, lluvia de tormenta, tormenta de ideas, brainstorming, lluvia refrescante...
Eureka!

La idea no era nueva, pero para este producto podría ser determinante: Nubes color verde limón que permitieran una lluvia refrescante de la bebida. Más audaz que original, y quizás difícil de lograr —sólo difícil, ya que se parte de la premisa 'para un publicista no existe nada imposible'—. Llamó a un par de amigos que trabajaban, uno en organización de eventos, y el otro como químico en una empresa farmacéutica. 
Su primer pensamiento fue que se podía modificar una máquina de humo para lograrlo, pero su amigo Rubén lo desengaño de forma rápida: se podía lograr el color, con luces laseres sobre el humo, pero nada de nubes reales y mucho menos con lluvia saborizada.
Pero Lautaro, su amigo químico y biólogo, comenzó una larga explicación sobre crear nubes de cristales de cloruro de calcio y yoduro de plata (un anhídrido resultante de la combinación de yodo y oxígeno), y soltar con un avión en la atmósfera estos cristales sobre el lugar del evento. El yoduro de plata tiene una estructura en forma de cristal parecida a la del hielo, y actúa provocando una nucleación de cristales de hielo a partir de esas gotas de agua. Lluvia, en resumen.
Carlos apenas comprendió a medias el concepto, así que quedaron en pedir unas pizzas y que Lautaro viniera a cenar esa noche para explicarle las posibilidades de realización del concepto. Rubén adonde había pizza se consideraba invitado, así que llegó, con una bolsa de papas fritas extra grande. Para cuando todos estaban con los dedos llenos de muzzarella y sal de papas fritas, Carlos ya había aprendido que los elementos imprescindibles para que se formen nubes son, por lo menos, tres: aire ascendente, vapor de agua y partículas sólidas, que se conocen como núcleos de condensación de las nubes. Lo del avión podía ser una buena opción. También se había probado usar láseres para  crear nubes de lluvia, y aumentar su eficacia mediante el ajuste de enfoque del láser, la longitud de onda y la duración del pulso. Una longitud de onda media a baja, de alrededor de 570 nanómetros daba el color correcto, lo que se complementaba con su otra idea, e incluso la potenciaba. 
Incluso se podía lograr que llueva, pero Carlos creía imposible el tema del sabor, eso ya era otra cuestión. 
Sin embargo en la sobremesa, Lautaro le dio un nuevo cariz a este punto de la conversación: el agua de los lagos a veces se 'saborizaba' por la presencia de algas verdes, lo que le daba un gusto que el cerebro identificaba como hierbas, y unas algas verdeazuladas encontradas hacia poco en la Antártida en particular, daban la nota sobre el gusto que tenía la propia bebida a vender: tenían un sabor entre el cítrico y el eucalipto. Justamente el gusto que todos estaban probando en la bebida con la que acompañaban la pizza: Carlos se había traído unas latas para ver si al probarla le daba una idea para la publicidad.
En la conversación se enteró también que hay cuatro sabores básicos: ácido, dulce, salado y amargo. Que el  agua también puede oler a tierra, moho, productos químicos o cloro. Que el sabor que percibimos es una mezcla entre el gusto y el olfato, con predominio del segundo. Y que las algas en cuestión de por sí daban al agua un gusto dulzón, y cultivadas en agua con esencia concentrada de eucalipto, podían dar el aroma adecuado. La imaginación de las personas, una vez que tuvieran la idea que iba a llover el producto, haría el resto.
El proyecto pasaba a ser extrañamente realizable.
Un avión que arrojara los cristales de cloruro de calcio y yoduro de plata que tuvieran en los alojadas algas microscópicas en los propios cristales soportarían las bajas temperaturas de la altitud perfectamente, luego siendo potenciada la creación de las nubes con laseres de haz verdoso, que asimismo crearían sin lugar a dudas unas nubes verdes, tendría el resultado por todos esperado: Llover un símil de refresco.
Esa noche Carlos casi no durmió, y presentó su idea en la reunión del día siguiente: Pese al escepticismo inicial, las explicaciones precisas le fueron ganando la confianza de los jefes y directivos de la empresa de gaseosa, y aunque algunos con cierta renuencia decidieron probar la idea en un campo propiedad de uno de los socios. Se consiguieron las algas. Y el permiso para usarlas luego de determinar que no podían ser perjudiciales para la salud. Se consiguieron los químicos. El propio Rubén ayudó en la disposición de los láseres, se alquiló un avión. Y una semana más tarde en una mañana despejada se intentó sembrar las nubes que llovieran el equivalente del producto como prueba de la propaganda.
Y fue un éxito, un éxito completo.
Más incluso de lo esperado, la acción de los químicos potenciados por los láseres lograron formar sobre el campo una nubosidad que pronto tomó el color requerido con los haces perfectamente  dirigidos de luz amplificada. Y la nube creció, abarcando incluso varios campos vecinos, y precipitó con exactitud sobre el campo, en donde todos estaban mirando al cielo con los ojos y la boca abiertos, para sentir el perfume de eucalipto en el aire y como niños sacar la lengua para probar algo que en sus mentes ya sugestionadas, tenía el gusto de la gaseosa. Rotundo y efectivo. 
Tanto que aunque la lluvia duró apenas un minuto, las nubes tardaron largo rato en disiparse, deshaciéndose en el aire en  el confuso recombinar atmosférico de variables físicas y químicas.

El entusiasmo de los directivos de la empresa de gaseosas era imposible de detener.

Obtuvieron un permiso formal para el uso de las algas, contrataron un estadio de fútbol, organizaron un festival gratuito de bandas. Lo promocionaron por radio, por televisión, a través de vídeos de Youtube y en las redes sociales. 
La gente respondió de una manera espectacular, la idea de una sorpresa empezó a ser reemplazada por rumores que fueron astutamente creados con respecto a que iba a llover refresco. La gente lo comentaba en los trabajos, los chicos en las escuelas, los jóvenes en cada red social: las entradas se agotaron. Ya puestos a esto, decidieron contratar otro estadio, y duplicar la fiesta. La gente respondió. Se había elegido el día de primavera para la presentación y todo estaba listo.

Según informó el Instituto de Meteorología durante los quince minutos que duró la operación se registraron lluvias sobre la zona de entre 150 y 175 mililitros por metro cuadrado. Las nubes crecieron más de lo esperado. El verde cubría los cielos, la gente gritaba empapada y feliz al ritmo de las bandas de rock, alrededor de los estadios mucha gente disfrutó de la sorpresa aún sin poder entrar, no era posible ajustar la lluvia y por seguridad ante la necesidad de no fallar, se duplicaron y hasta triplicaron en cada locación los parámetros calculados de antemano.

Todo era una fiesta.
La lluvia dejó de caer, el lanzamiento de la marca era un éxito.
Hasta el final del festival, las nubes no se deshicieron. era de noche y aún seguían allí, alargándose lentamente en los vientos de las capas más altas de la atmósfera, ya no verde brillante, pero de un blanco mucho más resplandeciente de lo que podía ser natural. 
A la mañana siguiente se percataron que las nubes no se habían diseminado, como parecía sino que habían crecido y abarcaban un área inmensa, ocultando al sol.
Los meteorólogos estudiaron el fenómeno, la nubosidad continuaba aumentando rápidamente.
Se llegó a una alerta. Aviones intentaron destruir los bancos de nubes cada vez más espesos y extendidos, sin éxito.  En pocas horas las nubes brillantes cubrían el país, en un día el continente. La alarma mundial no fue suficiente. luego de cubrir el continente 24 horas bastaron para que una cubierta de nubes cubriera todo el mundo. Se probó con productos químicos. Las potencias del mundo probaron con explosiones y con cuanta idea se cruzó por las afiebradas mentes de los mejores científicos. Las nubes formaban una cúpula perfecta a la Tierra, desde el espacio, el planeta azul era un bola de un blanco refulgente. 

La nieve tiene el albedo más alto de la superficie terrestre. O sea, es lo que más refleja la luz del sol, con un 86% de luz reflejada. Lo siguiente es, tal como ya imaginan, la nubes brillantes, con un 78% de luz reflejada creando una desesperante realimentación positiva para el albedo, ya que las bajas temperaturas incrementan la cantidad de hielo sobre su superficie, lo que hace más blanco al planeta y aumenta su albedo, lo que a su vez enfría más el planeta, lo que crea nuevas cantidades de hielo. Las nubes habían iniciado un proceso mortal.

Y esa es la historia, ante la nueva era glaciar nos refugiamos en túneles, en la propia corteza de la tierra, mientras buscábamos una solución. Pero los recursos para mantener la vida se agotan, y la solución no aparece.


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Nota desde la wikipedia: El albedo es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre la misma. Las superficies claras tienen valores de albedo superiores a las oscuras, y las brillantes más que las mates. El albedo medio de la Tierra es del 37-39% de la radiación que proviene del Sol.
Es una medida de la tendencia de una superficie a reflejar radiación incidente.
Un albedo alto enfría el planeta, porque la luz (radiación) absorbida y aprovechada para calentarlo es mínima. Por el contrario, un albedo bajo calienta el planeta, porque la mayor parte de la luz es absorbida por el mismo.
El albedo de las nubes brillantes es de 78, el doble del máximo medio de la Tierra.





lunes, 3 de septiembre de 2018

Salta



Está en la estación de subterráneo, saltando en un pie, sin muletas ni nada en qué apoyarse. Tampoco tiene un yeso, sólo salta. Salta rápidamente  con una pierna doblada, casi hasta la línea del borde de la vía, regresa saltando a toda velocidad al banco del cual se levantó. La gente lo mira. Uno dice:
— Un loquito.
Otro miró el asiento del cual se había levantado con el anhelo de más de una hora de combinar viajes, una señora lo miró asustada; una nena lo observó extrañada; un hombre mayor lo vio, preocupándose por que se pudiera caer a la vía; otro más joven pensó lo mismo, pero su preocupación era que sí se caía, él tendría que tomar un colectivo o taxi, porque se iba a interrumpir la línea; otro lo miró con pena por su lesión en la pierna; un obrero pensó que debía haber sufrido un accidente en alguna construcción y tenía que salir a pedir porque no obtenía trabajo.
El hombre, ajeno a todo esto, volvió a saltar hasta el borde del andén; miró si venía el subte, y volvió saltando a sentarse.




Distancia



Dicen que la distancia es el olvido. Pero ningún lugar está lejos para una sonrisa.



viernes, 31 de agosto de 2018

viernes, 24 de agosto de 2018

Microrrelato: Pi


Desafío: Veinte dígitos de "pi" para un microrrelato, con cantidad de letras para el texto 3,1415926535897932384

Ríe, y todo y todos requieren su mirada clara, sus locas mentiras perfectas, relatos complejos que no son asimismo amor

Convicción


Seguía sin estar seguro.
Ella lo había dejado hacía días, semanas ya. Desde un tiempo antes, ella ya no admiraba su naturaleza bohemia, sus cuentos, sus historias ya no le despertaban emoción. Ya bastante antes de terminar que no salían a caminar por calles empedradas de San Telmo, o por veredas iluminadas por la luna a pasear mientras recitaban poemas y canciones.
Ella, aún hoy, era su musa: no podía pensar más que en escribir contándola, retratándola, sintiéndola en cada palabra.
La vida era un vacío sin ella, que se había ido sin explicación, excusa o despedida alguna.
Estaba seguro que era por otro: Ella tan sexy, tan inteligente, tan hermosa, siempre deseaba lo caro, lo elegante, sentirse admirada, las fiestas y la fama. La imaginaba con su vestido rojo escotado, sus bellas piernas, en un coctail, del brazo de un empresario o de un importante productor de cine. Le había preguntado. Ella no respondía ni sus llamados ni sus mensajes.
Sin ella la vida no tenía sentido, ni olvido, porque todo se la recordaba. Cada momento, cada lugar.
Atardecía ya, otro día sin vida. La melancolía lo llevó a caminar las mismas calles que recordaba recorrer juntos. Las calles de casas viejas de San Telmo, pasillos oscuros y lóbregas bohardillas que habían sobrevivido a la urbanización y a la modernidad.
Se apartó para dejar pasar un par de hombres que salían de un pasillo triste y de descascarada pintura gris, un hombre claramente acaudalado que felicitaba a otro por su arte mientras tomaba un cuadro de sus manos, el otro que le contestaba que no era el artista sino la musa. Y la vio —por supuesto—, en el cuadro: sus ojos, su vestido, su lunar característico, su mirada de perfil y su picara media sonrisa ladeada, para la que no alcanzaban las palabras para describirla.





Mensaje



¿Cual es la clave de la felicidad con otro? que te envíe un mensaje al teléfono a las 2 de la tarde, cuando aún estás en el trabajo, escribiendo:— Extraño abrazarte




lunes, 13 de agosto de 2018

Obse


La imagen es The dream, de Janus Grenomj - www.grenomj.com
No corresponde al texto, pero de alguna forma la vi adecuada. Intenté conectarme con el autor por el permiso, pero no lo estaría logrando. En cualquier caso, los invito a visitar las galerías de imágenes, son todas excelentes





Obse


Es la expresión de moda que suele usarse como forma de forrear al otro cuando algo que hace, dice o piensa no nos agrada. No hace falta que uno repita el comentario, simplemente alcanza conque uno se refiera a no estar 'compulsivamente' de  acuerdo con algo que al otro le gusta, por ejemplo:
Hago UN solo comentario de que capaz, acaso, en alguna situación, por ahí, quizás, yo no estuviera totalmente de acuerdo con algo que dijo, o publicó en una red social (¡horror de horrores!).
Then (Así que —pero las mismas personas que usan el obse suelen usar las expresiones idiomáticas extranjeras)...  soy medio obse.

Obsesión (sentimiento) - Wikipedia, la enciclopedia libre
"Obsesión proviene del término latín obsessĭo que significa asedio. La obsesión es una enfermedad mental; se trata de una perturbación anímica producida por una idea fija, que con tenaz persistencia asalta la mente."
Con sólo no estar completamente de acuerdo con algo, soy un enfermo mental, que tengo una idea fija. Ajá.

Vengo charlando con mi psicóloga hace dos años por mi Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) que por supuesto que sí lo tengo, pero en un ratito de charla me pueden diagnosticar con Obse, la palabra de moda para todos los que somos capaces de no decir siempre que sí a todo. Alguien pone una frase o foto en whatsapp (les cuento que es también una red social, por eso permite comentar los estados... si no quieren usarlo como red social aprendan a bloquear), y sí el comentario no es 100% a favor  te responden que sos obse.
También si tenés un hobbie, y nombras algo más de dos veces, sos obse. Si lo nombrás una vez, pero no es del gusto del oyente, también sos obse. Ejemplo:
— A veces los martes nos vamos una horita a jugar al fútbol con los pibes. — Dicho casualmente, una vez, durante una conversación.
— ¡Ah! ¡Sos reobse del fútbol!
(ehhh... ¡menos mal que no te dije que soy de Boca siquiera!)
En cambio:
— No sabés, me mato en el gym tres a cuatros veces por semana, hago crossfit, spinning y body pump sin parar durante 3 horas por clase....
— ah, ¡rebien!
(o sea, en ese caso si soy un maniático obsesivo del gimnasio; pero casualmente hago la misma rutina que vos...)

Pero, ya que usamos ideas de psicología y siguiendo con el 'hablemos sin saber', acaso para entender mejor el problema, veamos:
Proyección (psicología)
"La proyección es un mecanismo de defensa por el que el sujeto atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos, incluso sus carencias. En el caso de la proyección negativa, ésta opera en situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. De esta forma, se «proyectan» los sentimientos, pensamientos o deseos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a ese objeto externo. Por esta vía, la defensa psíquica logra poner estos contenidos amenazantes afuera. " - También de la Wiki

Así que probablemente, la frase 'sos obse' venga justo cuando tocás un tema por el que el otro está claramente obsesionado en sentido opuesto... y te lo refleja/ proyecta.

¡Ah!, si se te ocurre escribir sobre esto... sos OBSE! (con mayúsculas, negrita, subrayado y Times new romans 12... o más)






miércoles, 1 de agosto de 2018

Miedo




Volvía del trabajo, la lluvia se había atenuado en una llovizna molesta que rellenaba baldosas flojas, Ricardo caminaba con la vista baja mirando las trampas de agua del piso y levantándola de pronto para evitar choques con los paraguas vecinos al suyo, cuando al alzar la vista lo vio: un chico flaco de profundos ojos negros que lo miraba sin pestañear.
Estaba apoyado en un cartel, bajo una obra en construcción en la esquina de Callao y Rivadavia. Lo siguió con la vista cuando pasaba, una mirada vacía en el chico de pantalón corto y remera sin mangas en esa tarde fría. Se sintió incómodo. En algún momento le hubiera dado pena un chico de 7 u 8 años tan mal vestido con ese frío, pero no se trataba de esa incomodidad. Tuvo miedo.
El cruce de Av. Rivadavia le absorbió la atención al momento quitándole la sensación de su cabeza, bajó al subte y se paró a mirar las revistas en el kiosko de la estación. Kiosko militante, o que sabía aprovechar los gustos de ls que iban a protestar al congreso, entre los diarios y revistas tenía publicaciones de grupos de izquierda y pines sobre el Che Guevara y la legalización del aborto, mezclado con revistas de psicología y de decoración de jardines para grandes mansiones; junto a obras de literatura universal en formato de pequeños volúmenes de bolsillo, excelentes para leer en el viaje.
Estaba viendo unas revistas de cómic usadas cuando lo vio parado en la parte más oscura del andén, pegado al kiosko, su mirada confundida con el propio túnel. Parado, oscuridad, mirándolo. No lo había visto pasar, sólo habría podido pasar por detrás suyo para llegar ahí.
El subterráneo llegó con su compañía de luz y gente abarrotada, el ruido y el calor de los vagones llenos al punto de casi no poder entrar en hora pico. Ricardo no dudó, e ingresó a presión al más cercano, entre empujones y quejas. Se asomó al entrar al vagón para verlo quieto, parado en el fondo del andén, una presencia gris y solitaria en el bullicio circundante.
No pudo verlo al arrancar el subte, distraído por una mujer que se quejaba y empujaba a todos mientras intentaba acomodarse ella y una cartera del tamaño de un bolso, en un espacio insuficiente e inexistente.
Bajó varias estaciones adelante, en el viaje cotidiano y conocido a su casa adonde vivía sólo, parado entre los vaivenes del transporte, paraguas chorreantes y sensación de cansancio. Las puertas se abrieron y subió despacio los escalones de las escaleras mecánicas apagadas como de costumbre en cada día de lluvia, aunque la llovizna había cesado.
Una cuadra más adelante lo vio parado al otro lado de la calle, una presencia triste frente al feliz negocio de empanadas que bailaban en un cartel de neón, mirándolo sin apartar la vista, quieto. No cambió de vereda evitando esa esquina y apuró sus pasos, con el corazón corriendo desbocado y su mente sólo preocupada por llegar a su casa,  en blanco a todo lo demás, con el paraguas aún cerrado sin notar la lluvia que volvía a caer y que comenzaba a chorrear de su cabello, ni el aroma al pan recién sacado del horno de su panadería preferida. Ignorando el peligro dos cuadras adelante cruzó la calle sin ver y recorrió los metros de la vereda hacia su casa en un constante mirar sobre su hombro. La llave de la puerta del edificio fue una duda y una frustración hasta lograr colocarla al derecho en la cerradura. Al fin.

Abrió la puerta de su casa y una mirada vacía lo recibió desde el sillón del comedor..


jueves, 26 de julio de 2018

Fallo




Los tres jóvenes físicos estaba a punto de lograrlo. Tras casi una década de cálculos y pruebas, habían conseguido una máquina del tiempo operativa, o al menos eso esperaban. Faltaba la prueba final. El ingeniero electrónico que habían contratado para fabricarla había terminado el último modelo para realizar la prueba definitiva. Uno de ellos, experto que venía de Trek Technology sugirió salir a festejar ya que era tarde, el laboratorio en la universidad era el único iluminado en el edificio. Pero no podían esperar a hacer las pruebas al día siguiente, el ingeniero trajo unos cafés de la máquina y brindaron en el vasito de plástico. En minutos, muertos, los tres. 
Muerte por asfixia, con vómitos, casi simultánea. El potente veneno alcanzó a dos de los científicos casi de inmediato, el tercero se debatió pero una barra de acero fue un argumento muy contundente mientras estaba confundido. El ingeniero tiró el frasco de cianuro que tenía en su bolsillo, los cadáveres no importaban. Buscó rápido en las pertenencias de los tres, averiguó en la web lo que necesitaba saber usando páginas de datos personales, buscó un año de confluencia, y se subió a la máquina con un arma. Tampoco era necesario el secreto, total no estaría el tiempo suficiente. Anotó la geolocalización, grabó una copia de todas las notas del proyecto en un pendrive que guardó en su bolsillo y se subió a la máquina. Dudó en si volver a la época en que su eterno amor lo había rechazado, pero no. Primero lo primero. Viajó 40 años atrás y mató a uno de los padres de cada uno de los tres científicos. Todos de la misma forma, algo sencillo, aterrizar en la vereda, golpear la puerta de la casa a la noche, disparo al abrir, salto al siguiente. Luego de eso en el futuro sería el único en posesión del secreto, y podría hacer lo que quisiera. Regresó, necesitaba un baño y planear con cuidado el siguiente movimiento. Apostar parecía un recurso algo simple y algo lento, pero con la máquina el tiempo no era un problema realmente. Y lo simple le quitaba el peligro de un error. Llegó: la audacia le había servido, obviamente no había cadáveres a la vista en este futuro, su actual presente mostraba que el laboratorio estaba vacío y se podía ver que hacía tiempo nadie lo ocupaba. Salió de la máquina e inmediatamente esta se desvaneció. Tampoco estaba el pendrive con la copia de los datos para la investigación y fabricación de la máquina, que hubiera debido estar en su bolsillo; y también desaparecieron sus zapatos. Confundido, se dio cuenta que algo había salido horriblemente mal.



viernes, 13 de julio de 2018

Leaf




Una palabra en un artículo del diario, el nombre de un poni enano salvado de una inundación en Japón, dispara un recuerdo imposible: Leaf, hoja en inglés. Y en mi cabeza el recuerdo de una remera que durante unas vacaciones en la costa me regaló la primer persona que amé por completo, una remera que usé durante parte de mi adolescencia y terminó llena de herrumbre antes que le propio amor fallara. Intenté crear una imagen, pero mi resultado es muy insuficiente, tenía muchos más detalles. Como el propio amor.



jueves, 12 de julio de 2018

Descanso




El ruido cesa, la pálida luz de la luna ya cruzó el cenit, quedan pocas horas para el descanso; por fin el silencio. 
El despertador duele como cruel recordatorio de los desvelos involuntarios, receptáculo vibrante del odio a mi vecina de arriba.


martes, 10 de julio de 2018

El Mago




En el colegio lo llamaban Luciano Gutierrez. Pero los amigos lo llamaban Mago.
En su clase no se destacaba por sus calificaciones, pero lo que sorprendía a muchos era que se le daban fantástico las matemáticas.
Desde siempre le gustó el fútbol y su papá Alberto lo llevó a practicar desde muy chico al club social del barrio. Pronto demostró ser muy bueno, tanto que al poco tiempo de jugar lo probaron para las inferiores en el club más importante de su provincia y quedó seleccionado.
Y desde inferiores que lleva el apodo: El Mago. O Mago, a secas. Eso cuando juega, y para los que lo ven de afuera,  los amigos más cercanos lo llamaban Lucho.
Mantuvo el apodo cuando pasó a entrenar con la reserva y ya era un canto que bajaba de las tribunas aún antes de que lo confirmaran de titular en Primera, a edad muy temprana.
El Mago fue siempre un jugador que le ponía el pecho a la 10 que le quedaba pintada en la espalda. El pase preciso, al cambio de banda exacto, la habilitación al pie. Con la derecha acariciaba los tiros libres, con la izquierda aseguraba en los penales.
Y el cabezazo: se elevaba en el aire, quedaba suspendido mientras su cuerpo se desplazaba hacia la pelota que siempre lo encontraba en su curso para disparar un misil de pique al piso con su frente. Imparable, impiadoso, imposible de detener.
Pocos podían contar tantos goles como el Mago en partidos importantes o clásicos, por eso era tan popular. Incluso eso era lo que disfrutaban más los hinchas, acaso más que esa técnica  que le permitía encarar a los defensas rivales mirándolos a los ojos y dejándolos congelados con la mirada y confundidos con su gambeta.  O esa habilidad tan propia y única que le permitía patear altos, muy altos los tiros libres que bajaban tomando velocidad y buscando el ángulo al que el arquero — triste víctima de turno — no podía llegar nunca.
Le llegó rápido la fama, pero nunca se ufanó de sí mismo. Cuando sus compañeros salían y recorrían la noche, o daban entrevistas en los medios él se encontraba en su casa leyendo en la imponente biblioteca que había hecho construir en el sótano de su mansión: — Busco el silencio y la concentración — decía.
Pero en el verde césped provocaba ovaciones.
Ganó más títulos locales que ningún otro. Llevó a su club del interior a un estrellato impensado. Llegó a primera y se hizo fuerte, clasificando para competencias internacionales. Así lo conoció el mundo, cuando ya cada domingo tenía preso de su pierna derecha a todo el país.
Lo buscaron de los mejores clubes de las más grandes ligas del fútbol, él eligió los que le aseguraban mantener una vida tranquila.
Ganó todos los títulos internacionales que jugó, excepto el mundial.
Esa Selección mundialista que salió bicampeón  nunca lo tuvo en sus filas simplemente porque el DT no lo convocaba, y era sabido que se trataba por la envidia que provocaba su éxito.
Algunos aducían que había habido algún problema entre ellos durante la juventud de ambos: eran del mismo pueblo, dos ídolos deportivos demasiado grandes para una ciudad ignorada. Se habló de una mujer, de dos exitosos adolescentes tras unos ojos negros. Habladurías. Rumores. Chimentos. Quizás alguna verdad en ello.
Pese a esa animadversión Lucho en cada entrevista que daba defendía al equipo nacional y a sus compañeros, indicando que era más importante el grupo que la individualidad.
Pero nunca pudo formar parte de la Selección mayor.
Y eso a pesar que todos los médios lo pedían ¡Y como lo pedían! para el conjunto nacional, en todos los programas deportivos había largas discusiones de como era posible que estuviera ausente, todos los fanáticos alzaban la voz en cada convocatoria sabiendo que no había otro como él para la 10 de la Selección, mientras el DT mantenía la negativa y pedía no hablar del tema.
Por eso sorprendió tanto que cuando  el equipo nacional obtuvo de forma sufrida y en los últimos minutos el segundo campeonato del mundo el DT inmediatamente declaró ante los medios —en ese momento de triunfo absoluto— diciendo:
— Fue bueno no haberlo convocado, ¿ven ahora que podíamos ganar sin él?
Agravaba el comentario el saber que por su edad, El Mago ya no podría disputar otro Mundial.
Le había quitado la última oportunidad de llegar a la máxima gloria.
Por supuesto Lucho se enteró de inmediato de la declaración,  en medio de una maraña de micrófonos de periodistas, al aire, en vivo, desde un país que había acogido su talento que veía desplegar cada semana en una liga extranjera. Lo tomó por un desplante innecesario y realmente enojado, cambió su habitual tono tranquilo y diplomático con un reto insólito: Desafió enfrentar a la selección campeona del mundo con su ex equipo de provincia, aquel en el que había comenzado, el cual luego de su partida había regresado al Regional tras flojas campañas. Ecos de una gloria de tiempos recientes pero ya inalcanzables sin El Mago en sus filas.
Sin él eran un equipo del montón, pero con el Mago todo era posible, aún incluso llamar a la gloria, tomarla del brazo e invitarla a tomar un café.
Los medios sorprendidos por  el desafío se hicieron eco al punto:  la tapa de los diarios al dia siguiente la compartían mitad la Copa del mundo en manos del equipo campeón, y mitad el Mago, con la mirada oscura de un semblante airado. La noticia recorrió el mundo y mucho más después de que el DT, igual de sorprendido que los demás pero soberbio, aceptó, para darse la oportunidad ansiada de derrotarlo en el campo.
Se pactó como un amistoso, como un juego, una práctica un mes más tarde, con el propio DT como árbitro. Aún eso aceptó el Mago. La convocatoria sí se tienen en cuenta los antecedentes no fue impensada, pero pocos imaginaron cuan rápido se iban a vender las entradas. La gente hizo cola desde el día anterior, el estadio más grande del país estaba lleno hasta las escaleras, se vendieron hasta lugares extra en los pasillos de acceso para la multitud que pedía ser minimamente parte del desafío, para poder decir — Estuve ahí.

Los clubes, contagiados por el espíritu de la apuesta —y la publicidad—, y en un hecho inédito, cedieron  a los jugadores nacionales e incluso los internacionales para el amistoso. Los aviones llegaron trayendo a los mejores futbolistas del exterior. La fiesta estaba armada.
Y es que el Mago había estado entrenando con su equipo durante ese mes, aceitando jugadas que lo tenían como inevitable eje. Descontaba que el DT Pulcioni iba a ponerle marca personal, cosa que no le importaba realmente.
Pero sí le importaba que el resto del equipo interpretara su partitura, entendiera su música, fueran brazos — piernas— ejecutoras de su magia. Algunos del equipo lo conocían, otros no, dialogó con todos y estuvo dedicado plenamente al partido. Un consagrado lateral ya retirado aceptó regresar fichado libre por el club, como refuerzo de última hora. Y el propio Mago fue un DT de hecho, ya que el director técnico del equipo lo dejó hacer y deshacer a su gusto, tanta era la confianza en él.

Y llegó el día del partido.

Lucho se despertó temprano, saludó a sus compañeros en el desayuno mientras observaban por el ventanal del salón la multitud que empezaba a reunirse frente al hotel en el que estaban concentrados. Un cielo despejado que invitaba a hazañas épicas. Después, entrenar suave y prepararse para el partido que estaba pactado para últimas horas de la tarde. Un vídeo de último momento armado por el DT, como forma de dar una segunda mirada, ayudó a ajustar algunos puntos.
El almuerzo y la merienda no lograron calmar los nervios de todos, que deseaban estar ya en la cancha. Tanta ansiedad provocó que el micro salga temprano, y cinco minutos antes de las 6 de la tarde llegaban al estadio, faltaba media hora para el encuentro. El Mago bajó del ómnibus al frente de sus compañeros, la frente en alto, y ante los aplausos de bienvenida su rostro cambió de un semblante serio a una sonrisa. Sabía que había dejado atrás su imagen de austeridad y mesura por un desafío en el que apostaba todo. Pero siempre había sido su forma de ser: apostaba la verdad de sí mismo en cada jugada.
En las profundidades del vestuario se escuchaban los incipientes cantos de una hinchada dividida por el amor a la escuadra de su país y la admiración por su más grande ídolo, hoy enfrentados. Un enfrentamiento sin rivalidad ni odio, la suprema magia del fútbol.

Llegó la hora. La caminata por el túnel, las últimas palabras de aliento, el abrazo, y el paso que se transformó en trote y el rápido salir seguido de todos sus compañeros, 'Los Amigos del Mago'. Fue recibido  con banderas, cantos y aplausos. Como también el llamado 'Equipo del País' apenas salió de la manga. Los protagonistas estaban en el campo. Pulcioni vestido de negro y con el silbato en la mano miraba con confianza y sobradoramente al Mago. Su asistente estaba en el banco.

La Selección no iba a tener una buena tarde, eso estaba claro. Ya a  los nueve minutos luego de una gran jugada colectiva el Mago abrió la pelota hacia la derecha, Marcos se la devolvió, Lucho le amagó para adentro y para afuera al defensor que unos dias antes había sido una muralla en la final contra Inglaterra, se le escapó y lanzó un centro rasante casi paralelo a la línea de fondo y Alejo, compañero de inferiores que lo conocía de memoria, punteó el balón al fondo de la red, justo antes de que el arquero nacional pudiese tomarla con las manos. 1 a 0.
Se produjo una ola enorme en las gradas, que recorrió todo el estadio. Mas de 65000 personas alzaron las manos en el festejo, lejos del récord Guiness de 110.000 espectadores en Sidney, pero igual de impresionante por el rugido de la multitud al momento de ejecutarla. Los jugadores levantaron la vista con sorpresa. Excepto durante la Copa llevaban mucho tiempo en que la selección no llevaba tanta gente acompañándola, aunque ahora estuvieran festejando un gol contrario.
Pero los campeones tenían jerarquía, y mucho mejor equipo. El empate en uno llegó casi al final de la primera etapa, con un preciso centro y cabezazo goleador. Al iniciar el segundo tiempo, y después de los gritos de Pulcioni que se pasó por el vestuario en el entretiempo, daban vuelta el partido con una doble pared que perforó la defensa por el medio.
El estadio era una fiesta, no había más que una única tribuna, todos aplaudian cada acción no importaba de que equipo fuera, no había favoritos.
Promediaba el segundo tiempo, y el equipo de Los Amigos del Mago estaban refugiados en su arco, la Selección los tenía en su propia área y sufrían ataque tras ataque, entre internadas rápidas, desbordes por la banda y faltas en contra que sistemáticamente les cobraba Pulcioni que esperaba ver el cuarto gol antes que el tercero. Habián hablado una y mil veces, y lo habían repetido hasta el cansancio en el entretiempo, que no debían permitir ni un roce en el área, sabiendo que les cobrarían el penal de inmediato. Afuera marcaban firmes y con la consigna: "El jugador o la pelota, los dos juntos no pasan".
Era tanto el dominio que ahora las gradas estaban en silencio, atentos a cuando se produjera el tanto. Se veía venir. Battilana, el feroz delantero del Barcelona esperaba el enésimo centro atrás de Lopez, que había llegado al fondo desde la izquierda, cuando la pelota hizo una curva rara al pegarle con efecto y en lugar de centro se convirtió en un remate al segundo palo. Juancho, el arquero que esa noche se estaba consagrando como 'el mejor del fútbol mundial' —según lo que dirían luego sus amigos—  por todo lo que estaba sacando, voló una vez más, un relámpago  al ángulo en el manotazo para descolgar el gol que pudo ser el del final del partido, con tan mala fortuna que la pelota cayó en el borde del área chica y un mal despeje de Héctor dejó el balón boyando en el punto del penal frente al Batti, con el arquero vencido.
Cuando se reprodujo a posteriori el momento en varios programas de televisión, se ve la mirada fija del goleador, el pie firme con que impacta  a la pelota, el disparo seco, duro. El cálculo de velocidad que supera los 180 kilómetros por hora del balón que se transforma en el cañonazo al centro del arco que todos vimos. No sale en la escena el Mago, en ese momento, ni cuando se lo pasa en cámara lenta. Pero de pronto estaba ahí parado, firme como roca,  sobre la linea, desinflando en el pecho el disparo, desactivando el misil; una jugada que fue más un sonido que una acción, el eco del golpe sordo en el pectoral como un tambor de guerra, la pelota cayendo mansa a sus pies un centímetro afuera del arco. Un redoble en el pecho como una llamada.
Y se puede ver la mirada. La mirada en sus compañeros, en los rivales, en las gradas, en el portero rival a 90 metros. Y la gambeta, la salida rápida en que en un mismo movimiento desaira a tres rivales con la pelota a la izquierda, a la derecha, de nuevo a la izquierda en un slalom entre ellos. Y la carrera saliendo de la multitud que es el área con el pique corto, y el tranco largo adelantando la pelota hacia la mitad de la cancha. Levanta los brazos y como si se extendieran fuera de su cuerpo, Marcelo y  Jorge aparecen corriendo por las bandas, como una extensión de su pensamiento; la remera se infla y flaméa como una bandera cuando corre liderando la contra hacia el arco rival. El mediocampo de pierna firme que es la marca registrada de la selección se les vienen al humo, el Turquito Mesut que ha talado tobillos en ya dos finales de la Champions Ligue se barre con violencia y pasa de largo cuando el Mago engancha la pelota en una bicicleta etérea, saltándolo al mismo tiempo; Aniol lo enfrenta y Lucho sin mirar inventa un pase perfecto al vacío a Marcelo, que llega solo por el lateral hasta el área y ante la presión del defensa, la cambia toda a la izquierda en velocidad, y es Jorge ahora como extremo puro y de primera que completando la jugada preparada se la devuelve al Mago, que llega por el centro, pisa la pelota, elude la estirada desesperada del arquero que salía a achicar y con un toque suave bajo el cuerpo lo vence completando la contra perfecta y empata el partido.
Y la gente estalla, grita, aplaude.  El Mago sonríe feliz mientras sus amigos lo abrazan.
En una bandeja baja cerca del arco de la selección, unos ojos negros brillan de admiración.
Quedan  15 minutos, y el estadio es una fiesta.
Menos para Pulcioni.

Los campeones del Equipo del País están tocados en su orgullo sacan parte de esa mística que los hizo bicampeones, y se adelantan en el campo. Los Amigos del Mago se repliegan y apuestan al contragolpe a falta una mejor arma: no pueden tener la pelota. Y así el mediocampo se transforma en terreno vedado, el partido se hace vibrante en el ida y vuelta, desordenado en el peligro de cada acción, es un duelo de 15 minutos de ritmo frenético en el cual los arqueros de ambos equipos evitan la caída de la valla una y otra vez. Los Amigos de Lucho, tocados por la mística de estar haciendo historia, juegan el partido de sus vidas y devuelven golpe por golpe, El Mago, parado en el centro del campo,  controla los hilos de cada jugada como un titiritero, la pelota obedece todos sus deseos y los hace realidad, en pases al hueco y habilitaciones al límite. Pero el empate continúa. La selección es un equipo curtido en las mayores batallas y no va a dejar arrebatarse el partido, no después de salir campeón, no se van a retirar derrotados.
Pero...
Un rechazo desde la defensa, el pase largo al pie del Mago, el taco de Alejo en el borde del área, Vega que sale a cortar y no llega a tiempo y se lleva a Marcelo y a la pelota juntos en el cruce. Penal. El grito sale de todas las gargantas. El silbato parece que no va a sonar, todas las miradas se centran en el árbitro. Pulcioni cobra: Afuera del área, tiro libre. Un rumor de murmullos recorre el estadio.

Los once de la selección están defendiendo. El tiro libre es acomodado por el Mago, y nadie se acerca. Se sabe que va al arco. Siete en la barrera, tres sueltos. Si las reglas lo permitieran se subirían unos sobre otros para evitar el remate alto que todos saben que viene. El silbato del árbitro. La pelota que se transforma en cometa y luego en piedra que cae hacia el arco. El arquero que estudió los remates mil veces. Y que demuestra su calidad llegando adonde otros no llegan, con el puño semicerrado descuelga el tiro que caía en la esquina superior izquierda, al corner. El equipo de Amigos del Mago se adelanta en el campo, los altos van en busca del cabezazo, Lucho toma la pelota y va hacia la esquina para patearlo.
Hay empujones en el área, faltan pocos segundos, el partido empatado. Pulcioni amonesta a Jorge, y expulsa a Beto. Lucho mastica bronca desde la esquina y cuando suena el silbato patea una comba venenosa al primer palo, lejos del arquero que cubre el segundo. Es olímpico...
... pero se cruza Ramirez. El chaqueño Ramirez, "El Impenetrable" Ramirez, el íntegro histórico 2 del seleccionado, está ahí, enorme en su metro noventa y cinco de altura, un tronco de quebracho haciendo sombra al poste izquierdo del arquero allí por donde intenta entrar la pelota, levanta sus brazos como las ramas del propio árbol, atrapa la pelota y se queda ahí parado con el balón entre las manos, como desafiando a cualquiera a que le diga algo, evitando el gol y rectificando con su acción los espurios fallos anteriores del árbitro. Ahora sí, roja y penal.

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Fue en ese momento que todos, los hinchas y las cámaras buscamos al Mago con la mirada, para descubrirlo sentado sobre la raya de cal al lado del arco, agarrándose el tobillo.
Después se sabría que al patear el corner con tanta fuerza para la comba había apoyado mal el pie al caer y se había torcido el pie de apoyo al tratar de mantener el equilibrio. Que eso había resentido una lesión anterior de la que no estaba bien curado, un desgarro isquiosural en que ahora había terminado de romperse el músculo. Algo bastante común. Pero, ¡en ese momento!
El DT miró a Alejo, el más experimentado, el penal lo podía patear cualquiera. Alejo lo miraba al Mago, sentado en el piso y con la mirada baja, hacia su pierna. Todos sabíamos que se iba a levantar para patearlo, sólo lo podía patear él.
Fue cuando notamos el chico con la camiseta de la selección y con 'Mago' escrito en la espalda, se acercaba al héroe caído, pasando su cuerpo chiquito de 7 años por un agujero del alambrado y sorteando a paso lento los periodistas que arremolinados al borde del campo, acercaban al Mago cámaras y micrófonos para captar de cerca el momento a momento de la acción que podía definir el partido.
Parado en el punto del penal, Pulcioni hizo sonar el silbato.
El chico llega hasta Lucho, se agacha, le toma el hombro cuando recién los guardias empiezan a  reaccionar para sacarlo,  y  mirándolo a los ojos le dice en un hilo de voz que se amplifica en los micrófonos, que se agranda y se escucha de pronto en todo el estadio y en cada uno de los corazones de los hinchas: — No hace falta, Mago.

Lucho levantó la vista, miró a la pelota en el punto del penal, miró a Pulcioni que lo miraba con el silbato entre los labios, miró a sus compañeros. Con esfuerzo y apoyándose en la pierna sana y tomando al chiquito de la mano, se levantó y comenzó a dirigirse muy despacio hacia los vestuarios, con una sonrisa y el peque a su lado. Cuando cruzó la línea de cal, el 10 saludó a los hinchas alzando  su brazo izquierdo mientras con su mano derecha se tocaba el corazón y se metió en el túnel.
Mientras esto ocurría, Alejo seguía en el punto del penal enfrente al arquero que esperaba el remate y aunque la pelota ya estaba colocada se acercó caminando y tomándo del hombro al guardiameta, lo hizo girar para que viera a la multitud que desde todos los rincones de la cancha se olvidaba de las preferencias y el canto bajaba en una sola voz: "Olé, olé olé olé, Mago... Magooo". El arquero  se puso a aplaudir, y rodeando a Alejo con el brazo, avanzó también hacia el tunel, ambos un brazo en alto, tomados de los hombros.
Y detrás de ellos, mientras en el reloj corrían los últimos segundos del encuentro, y con la pelota abandonada en el punto del penal,  los dos equipos se encolumnaron sin más gesto que los brazos en alto, aplaudiendo a la tribuna camino a los vestuarios y dejaban el campo en donde sólo quedaron Pulcioni y su envidia.




lunes, 2 de julio de 2018

Abismo dulce terciopelo de tus besos



Se hace imposible ahora lograr
acaso escribir esta canción
estoy tratando de cantar
con mi congelado corazón

Tengo la desesperanza a flor de piel
de no poder volvernos a encontrar
no sé cómo plasmar en un papel
esta forma cruel  que fue tu amar

Y porque supe disfrutar en tus caricias
y el abismo dulce terciopelo de tus besos
es que siento triste hoy vana codicia
de no hallar roto siempre el camino de regreso

Porque fuiste la magia de mis dias
porque fuiste la hechicera de mis sueños
porque mi corazón que nunca olvida
quiere recordar acaso en dulce ensueño

Y desde aquella noche soñada
que fue mi corazón la diana,
y tus ojos negros fueron arma
afilados dardos tu mirada...
un triste final ser un recuerdo.



miércoles, 27 de junio de 2018

La entrevista




— Buenos días doctor.
— Buenos días — contestó el hombre hoy tan requerido, mientras abría la puerta de su departamento a la bella rubia que había tocado el timbre.
— ¿Recuerda nuestra cita? La saqué la semana pasada con su secretaria. Me llamo Clara.
— Si, por supuesto. Una entrevista para el periódico de usted. Bien temprano en la mañana, me toma medio dormido.
Clara lo miró. El comentario era falso, naturalmente. La casa estaba en perfecto orden, el desayuno estaba servido en una mesa ratona en medio del living y al Senador Raúl Fernández se lo veía perfectamente arreglado, con un traje sobrio y su tan televisado pelo engominado con raya al costado.
Raúl la invita a sentarse, mientras prepara las tazas: prefiere un café solo, fuerte y lo prepara él mismo en la cafetera italiana. Ella elige un té Earl Grey.
— Mientras tomamos el desayuno, puede comentarme a qué viene esta entrevista…
— Doctor, usted sabe tan bien como yo que luego de la discreta reunión que hubo ayer en el partido , usted fue el elegido como candidato a la presidencia. Y sabemos que el partido sea probablemente el ganador en esta elección. Quería saber —nuestros lectores quisieran saber—  por qué no es del dominio público ya desde el momento mismo de la decisión.
— Me sorprende bastante que tenga esa información, ya que justamente no es del dominio público. Realmente debe de tener muy buenas relaciones para saber este dato.
— Y como puede ver, respeté la privacidad de la misma, aunque en particular quisiera pedir el permiso de la exclusiva.
— Bueno si usted es tan buena obteniendo información, vamos a tener que conceder la exclusiva a su periódico, no quiero ni pensar qué más pueda saber de nuestro partido… —dijo Raúl en tono jocoso.
— Por eso el solicité la entrevista, veo como muy interesante conocerlo ahora, cuando parece estar llegando a lo más alto. Estudié su carrera, le costó mucho llegar adonde está ahora.
— Si, tuve que renunciar a muchas cosas para llegar a este momento. Aspirar a la presidencia es mi anhelo desde que comencé la carrera de leyes. A propósito ¿Usted estudió leyes acaso, además de periodismo? No recuerdo que haya mencionado de qué periódico la enviaron a la entrevista...
El agua hierve de pronto, anunciándose con un burbujeo ansioso. Raúl se levanta y busca las tazas. Durante el preparativo de las respectivas bebidas no cruzan palabra.
Mientras sirve las tazas, él hace un comentario acerca de su café:
— No hay nada como una taza de café para estimular las células del cerebro, supo decir Sherlock Holmes.
Ella lo mira a los ojos, se produce un silencio tenso. — Una cita interesante, doctor. Ahora que se está viviendo un cambio tan grande en el país, ¿qué opinión le merece lo que el mismo Doyle escribió para poner en palabras de Sherlock: "Creo que hay ciertos delitos que no puede tocar la ley, y que por lo tanto, en cierta medida, justifican una venganza privada"?
Raúl deja las tazas y olvidando el tono de entrevista responde en forma coloquial, ahora totalmente personal:
— Bueno dale, estoy cansado, viniste a hacer algo. Hacelo.
— Si, ya es tiempo. ¿Cómo lo supo? ¿Desde cuándo?
— No lo supe hasta que entraste, la entrevista que pediste fue con tu apellido de casada. Tenés los mismos ojos que tenía ella. No pido que me perdones, pero espero entiendas: No podía dejar que el escándalo me manchara, la política siempre es un juego cruel. Yo estaba escalando posiciones, y en mi partido se defendía la unidad familiar: yo mismo le disparé a tu madre, mi secretaria, cuando no abortó; y quiero que sepas que siempre la lloré y que me arrepiento de dejarte huérfana. Me hubiera gustado tener más tiempo para conocerte.
— Es lo que viene a escuchar — dijo Clara mientras le plantaba en medio de la frente una bala de Magnum 44,  y la cabeza de Raúl estallaba en una estrella roja.





martes, 19 de junio de 2018

Alguien perdido, encontrándose



Barrio de luz, de recuerdos de infancia.
Brillo de atardecer de bicicleta en el asfalto, una calle de tierra, una ausencia siempre presente.
Sábados vacíos de quince años, tardes de casetes y estéreo. Miles de imposibles que aún eran posibles.
Los sueños que no fueron.
Y otros que aún no había llegado a imaginar.



Atardece en la city



Atardece en la city
salgo de trabajar
El subte estalla de gente
La ciudad está caliente
imposible llegar.

Una sombra mis pasos
un recuerdo tu voz
con el audio sin parar
con el tráfico pasar
sólo intento escapar.

Si la casa es refugio
todo puede funcionar
si al llegar aún no hay descanso
si te sigue el desencanto
no hay adonde parar

Es una selva el mundo
de ruidos y dolor
no existe taxi ni remis,
que me deje en un lugar
adonde ser feliz.





martes, 12 de junio de 2018

Perfil para levante



Otro sábado, otro pub, otras copas. Cambio de gimnasio, nuevas compañeras, otros cumpleaños y fiestas. Y nada.
¿Adonde se encuentra novia en estos dias?
La respuesta obvia, redes sociales.
Así que va a su netbook, para que sea más sencillo de cargar que desde el smartphone, y empieza a completar los datos:
Apodo, nombre, apellido, edad... A este punto se permite una ligera licencia poética. Mas de 40 no atraen a nadie de menos de 45, y no son su target. Pone 39, total sus amigas cada cumpleaños dicen que lo ven igual. Y a los 39 ya puede haber algunas canas... cree. su memoria ya no es lo que era, no recuerda si tenía canas a los 39, pero no cree sea un dato demasiado importante. Continúa:
Sexo... por supuesto la respuesta es: poco. Se rie de sí mismo del chiste malo, antes de que la realidad lo angustie demasiado. Su cabeza se desconecta y sigue por si sola un tren de pensamientos bastante desordenados en diálogo consigo mismo:
Rango de edad y sexo buscado.  Mujeres, 30 a ... ja, como si a él le fueran a dar bola chicas de 30, bah, sí, alguna vez pasó que tuviera algo con alguien mucho menor pero... se corrige a si mismo: Y sí se da, se da. Pero pone desde 34, ya la diferencia es más aceptable. ¿Hasta? Mmmm... algunas cuarentonas están muy bien. Pero en realidad la mayoría no lo atrae. Bueno, para descartar hay tiempo; pone un rango amplio que no supera su edad real. Después se verá.
Foto de perfil. Revisa en las últimas fotos, no quiere poner ninguna en que esté con amigos o en familia, pero en las selfies siempre sale como el culo. Y en las que le pueden haber sacado sólo, sale riéndose desaforádamente, o con la mirada perdida, o haciendo gestos habitualmente obscenos. No parece que sean una buena opción. Busca una selfie en que no se lo ve tan mal. Tampoco parece ser una buena opción, pero ya buscará con más tiempo. Quiere ver si puede entrar a ver candidatas.
Ahora el perfil pide 5 fotos más. ¡Ops! será cuestión de ponerlas, cuantas más mejores serán las posibilidades, ¿no?
Ahora si, ya... ah, no. Pide una descripción. Se pregunta: ¿Y ahora que pongo? ¿Cómo soy? ¿pongo lo real, o me vendo? Capaz no importa, capaz nadie lee esto, y miran la fotito nada más antes de poner me gusta. ¿Pongo algo gracioso, para caer bien? ¿o me vendo como tipo serio, responsable? En las fotos terminé poniendo algunas jugando con los pibes, una en una fiesta, una de traje... no tiene mucha coherencia. Puedo poner algo que sea representativo mio en varios aspectos... bue, ya estoy hablando como político en campaña, será que tengo que venderme, poner estudio, trabajo, aficiones. y el fútbol de los martes no va, es tradicional que a las féminas les molesta que uno vaya a jugar al fútbol. Cambiemos fútbol por gimnasio, queda más fashion. ¿Y el truco de los jueves en el bar? No voy a cambiarlo por nada. Y poner que estoy en un proyecto solidario con un geriátrico por los jovatos que juegan no pasa ni a rosca. Listo, omitimos los jueves. Ahora cuando termino me saco una foto de traje, para dar el perfil serio y responsable. ¿Y algo romántico? porque si se da algo en serio, se da. Y mal no estaría. Pero acá las que entran es para ir a lo seguro, palo y a la bolsa por lo que dicen los flacos.
Sufre un típico bloqueo de escritor. Con la mente en blanco completa cuatro cosas, después ya se verá, sus amigos no se lo tomaron tan en serio, pusieron una foto y ya estaban chateando con alguna que les había hecho match.
"Soltero, trabajando en importante empresa, arquitecto. Me gustán lo paseos a orillas del mar, soy atlético, voy al gimnasio tres veces por semana, siempre tengo buena onda.
lo de poner que está pensando en hacerse vegano le parece un arma de doble filo demasiado peligrosa, al menos omite que le gusta la carne bien sangrienta en el asado.
Ahora sí, está listo para triunfar en la redes. Abre la aplicación. 
En las fotos de candidatas, no hay termino medio. Hay fotos de diosas que es imposible que puedan necesitar entrar a buscar novio, a no ser que tengan un tipo distinto cada semana; a viejas medio desnudas, a mujeres sin la menor gracia o sonrisa en las fotos, e incluso algunas ni se ponen foto, ¡Lo que serán! muchas mujeres con perro y varias con consignas feministas.
Le hace 'corazoncito' a unas cuantas, la aplicación te incentiva como si fuera un juego. Ahora hay que hacer 50 'Me gusta' para que conocer a tu persona ideal. Las primeras son todas modelos, despues de la 30 empiezan a aparecer unas caras y edades que seguramente no se encuentran en su rango. Para las últimas 10 tiene que ver como 500 fotos en las que en casi todo el 'no me gusta' se queda corto por kilómetros. 
¿Y ahora? Mil fotos mas tarde decide tomarse un tiempo y esperar.
Algo va a salir.
Algún match.
Entra al dia siguiente. Mil fotos revisadas más, aceptadas y  rechazadas. 
A la tarde del tercer dia, aparece un cartel de la aplicación en su teléfono: Alguien gusta de vos.
Entra a ver, pero la aplicación no le muestra quien es, le dice que dentro de los primeros resultados si acepta o no va a estar el amor de su vida. La foto está totalmente borrosa y pixelada, ve un fondo verde y una masa elíptica, casi redonda, color marrón en medio de la foto.
Comienza a recorrer fotos, con una nueva esperanza, alguna de estas es el ansiado match, la que lo eligió a él. Aparecen mujeres espectaculares en diminutos bikinis, otras muy sexys en uniforme de trabajo, con sus minifaldas y tacos. Algunas caras de muñeca, con ojos que lo hacen imaginar esa mirada recorriéndolo. Vestidos rojos, bikinis amarillas, minifaldas negras, mares azules. Nada combina con los posibles colores, y él va haciendo corazoncitos por la aplicación, casi siempre. 
En eso aparecen los colores. Una pared descascarada verde en una foto borrosa, al pie de la pared una... algo con la forma, masa y color de Jabba el Hutt de Star Wars, en una probable —pero no segura— versión femenina, y con apenas mas ropa.
Pulsa X.
En el sistema aparece un cartelito de que dejó pasar un posible match.
Una semana más tarde sigue sin haber conexiones. 
Ya no desliza tantas fotos.
Un mes mas tarde desinstala la aplicación del teléfono.
Al parecer no es un candidato apto para las redes sociales.